Me dice “Y a mi qué, si los Saraperos ganaron”. Yo le respondí “A mi qué, lo que tu opines. Ganamos”.
La vida, en ocasiones, es rara.
Desde hace días vengo arrastrando una pregunta, de esas que en nada cambiará el mundo, de esas a las que a nadie hará feliz. Salvo al de la pregunta, me supongo. La lanzo al ciberespacio: ¿por qué la insistencia de cambiar el nombre al tamaño de los vasos?
El tamaño es relativo. Depende contra qué lo compares, un vaso es el chico, es el mediano, es el grande. O, depende de cuántos tamaños tengas ya te las resolverás para nombrarlos.
Pero la cosa es que en muchos lugares hay sólo tres tamaños. Me viene a la mente el Starbucks y Cinemex. En ninguno de esos lugares, y otros que se me escapen de la lista, hay tamaño chico, mediano y grande. El chico es el grande; el mediano es el super-grande, venti o como quiera que le pongas; el grande es el jumbo, el maxi, el nomamesquégrande.
Y siempre que vas a pedir algo, dices “el mediano”. Y hay que pasar por la explicación de “aquí se llama tal o cual cosa”. En el caso del café, tardas más tiempo en definirlo por nombre que en tomártelo, que te lo sirvan: me das un triple-venti-deslactosado-tresleches-envasomedianoque sellamaventi-consustitutodecrema- azucarfalsa-cremabatida-y-tresshots deesoquenosequées, por favor.
Otras preguntas tengo pero la humanidad no está preparada. Por ejemplo: ¿por qué en los SevenEleven tienen dos computadoras prendidas a manera de cajas registradoras, pero sólo una es la que tienen funcionando? Y se espera el cajero a que te pares en una de ellas para decirte “por acá por favor” y atenderte en la otra.
No soy un tipo que guste del deporte y bien pude haberle contestado al we que me dijo que a él lo mismo le daba lo de los Saraperos que a mi tampoco me hacía más o menos lo que fuera. La vida, como digo, a veces es rara. Por eso, sin alguna otra razón, le contesté como debía hacerlo un saltillense de sepa beisbolista.