Está que te revienta los huevos de una patada: el apogeo de la democracia directa, el cenit del interés del Estado, está en la pregunta presidencial de si Felipe Calderón debe o no irse a Sudáfrica para aplaudir cuando unos cabrones le peguen al balón en el Mundial.
Apuesto a que en Presidencia ya saben la respuesta. Antes que una oficina para la planeación en esos lugares tienen orejas disfrazadas de encuestas que saben qué tanto se nos inflaman los pulmones cada vez que respiramos. Apuesto a que sí.
Y, si no la saben, que se dediquen a vender tacos.
¿Para qué venirse con esta jalada? Más o menos a quién le viene en gracia la pregunta a la multitud cuando se está en algún momento de una guerra más mediática que certera.
A como está la cosa, la única diferencia entre esto y las reuniones plebiscitarias de AMLO, es la tecnología.
Perdonen el francés, pero del carajo me resulta utilicen pseudo-mecanismos para la democracia directa en mafufadas. Al final, el Presidente hará lo que ya ha decidido hacer. Pensará que metió un gol fomentando la participación ciudadana, poniendo buena cara y haciendo un chiste para que los muertos se nos olviden. Pero, así, lo que se olvida es el valor de la participación y el ciudadano reafirma su postura de pinche caricatura de Betty Boop.
Necesito algo de café. Cafeína en las venas, que me tranquilice.