martes, 5 de enero de 2010

Sherlock y El Símbolo Perdido

Tal y como las buenas costumbres señalan, advierto que en este post se encuentran elementos de la trama de una película ya estrenada y otra que no tardan en hacer. Dicho esto, comienzo.

¿Dónde quedó el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, es decir, el original? Quedó en los libros, drogándose con opio y acomodando su mente, una completamente limpia de lo que no necesita saber.

Hasta el cansancio se ha dicho que jamás –nunca, nunca, nunca- Holmes le dijo a Watson “Elemental, mi querido…”, idea que se nos generó gracias a las mil y una películas y series sobre quien el detective con residencia en el 221 B de la Baker St.

Ahora, con la nueva peli, resulta que el nuevo detective tampoco se parece a quien debiera. Resulta más una combinación de 007 y la Supremacía Bourne… o como me dijeron antes de ir: entre Scooby Doo y El Código Da Vinci. Y yo agregaría, para dar una idea clara de la trama de la nueva de Holmes, que también se parece a Y a tu mamá también o a Secreto en la Montaña, pues sólo falta un beso entre Downey Jr y Jude Law (hay, a lo largo de las dos horas de proyección, una relación extraña que no recuerdo en las novelas).

Por cierto, dada la referencia de las novelas de Dan Brown (El Código…), adelanto lo siguiente: el Símbolo Perdido –el más reciente trabajo del literato que no tardará en verse en las salas de cine teniendo como protagonista a Tom Hanks en el papel del maestro harvariano que adora el café Sumatra (mmmm)- comparte muuuuchas líneas con lo ya visto con Holmes y Watson.

Ejemplos: Involucrar altos políticos con una orden secreta (los Masones, con Brown, una cosa extraña casi satánica con Holmes); la idea de que el Orden viene del Caos; la existencia del hijo de un alto representante de la orden secreta como hilo conductor de la historia; el plano de una ciudad usado como mapa que lo dice todo; la muerte que no es muerte (en Holmes, por toxinas de cerdo, con Brown, en cámaras con líquidos oxigenados).

La película de Holmes debe verse sólo si se es acosado por el “a poco no la has visto”… no corre prisa: puedes esperar un miércoles y al dos por uno.

El último libro de Dan Brown (agradezco a quien me lo regaló) se recomienda sólo a aquellos fanáticos del autor y de la lectura light que se esconde en quinientas cuartillas.

 

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