Emblemática para Salzburgo –como podrá suponerse por su nombre- es la Fortaleza de Hohensalzburg.
Fue, según las crónicas, en el año de 1077 que el arzobispo Gebhard von Helffenstein (fiufff.. esos nombres) comenzó a construirla: se vivía, entonces, una terrible guerra entre el Papa y el Emperador.
Siglos duró la construcción de la fortaleza, pues ampliarla parecía una manda. De todas las manos que por ahí pasaron para poner uno o varios tabiques más, se destaca un constructor de nombre Leonhard von Keutschach (1495-1519).
El escudo de armas de Keutschach se divide en cuatro porciones. En la superior derecha se encuentra una remolacha elemento poco común en esas insignias y motivo de la siguiente leyenda:
Al joven Leonhard no le interesaba otra cosa que no fueran sus libros. Los del pueblo no entendían su fascinación por el mundo de las letras cuando el hombre, según la costumbre, debía hacer tareas de hombre: cultivar.
A manera de burla, cuando los contemporáneos veían a Leonhard sumido en la lectura, le aventaban remolachas a manera de burla y recordatorio de en lo que, pensaban, debía ocupar su tiempo.
Leonhard creció y se convirtió en un soberano inteligente e ilustrado. Entonces, al mostrar su escudo de armas dijo “¡Mirad, a pesar de vuestras bromas malintencionadas he hecho una carrera poderosa!”
Salzburgo en Austria: Por allá andaremos a partir del 15 de marzo.