Viendo libros en el Sanborns, sin más, dos amantes de abrazaron.
- Quisiera ya no acostarme contigo y demostrarme que te amo por tu alma y no por tu cuerpo –dijo él.
Ella sonrió y contestó: Y qué culpa tengo yo de lo que te quieras tú demostrar; necesito, entonces, buscarme un nuevo amante.
Ambos rieron y siguieron viendo libros. Los duelos verbales entre amantes son algo cotidiano. La provocación por nada es lo natural en una relación prohibida. Mucho se dice, algo se hace, nada se calla: ése es el pacto.
A la semana, ambos amantes habían cumplido: él no se acostó con ella; ella se encontró a otro.