jueves, 9 de abril de 2009

Ladrona

Con el cuerpo satisfecho pero el alma intranquila no quedó más remedio que abrir mis venas, tumbarme a medio camino. Y esperar.

Mil caras de mujer me recuerdan mi historia. Son demasiadas, se me confunden. Un recuerdo vive sobre otro; comienza cuando el anterior no ha terminado.

Y, en todo esto, apareces y todo te lo llevas. Dejas sin nombre a viejas protagonistas. Te impones; me acostumbras a tí.

Dejo que las venas se vacíen. Es mejor la muerte que dar el siguiente paso.

Lo que es bello cuando prohibido, deja de serlo cuando aceptado.