jueves, 22 de abril de 2010

Yo soy Don Ramón

Qué te puedo decir: quiero una de esas camisas con la cara de Don Ramón. Ése, el del Chavo del Ocho, a quien ni el Señor Barriga ni Doña Cleotilde -cada quien por su razón-, dejaban en paz y que ahora usan en El Salvador como ícono contra la violencia y extorciones de pandilleriles.

Siempre que se habla de “movimientos ciudadanos”, me parece, hay que irse a tientas. Paso a paso, pues. Estas movilizaciones arropan nobles ideas, van creciendo y los bienintencionados se suman. Y, luego, zaz, hay un gran trecho entre el discurso y la acción. Los engañados se apartan dolidos y los titiriteros a otra cosa mariposa: a fundar una ong que les permita estirar la mano sin mucha vergüenza o usar el garrote en mediana impunidad.

Pero lo de El Salvador es diferente. O eso parece.

En el anonimato, un grupo ciudadano usa la cara del habitante de la vecindad para unificar el mensaje de que están hasta el copete de ser extorsionados (les cobren renta, como se dice por allá, y por eso la figura Don Ramón). Lo mismo pintas, graffitis y calcas que fondos de pantalla para la PC y camisas de cuello redondo. Ahí está la cara del hermano de Tin Tan y el Loco Valdés. Ahí está el mensaje que se reproduce, se queda grabado, hace olas.

Van los datos oficiales que se conocen por el internet: 12 asesinatos diarios, dejó el pasado año 4 mil 367 personas muertas. Una barbacoa. Tal vez por eso, por los que caen como moscas, es que se explica un movimiento en el anonimato, sin sacar mucho la cabeza, que te la cortan.

Pero a tientas, como digo. Ni todo el amor ni todo el odio. Ya con el tiempo se sabrá quién tira los hilos.

Ignoro si están pagando algún tipo de derecho al autor o si la falta de eso será, finalmente el talón de Aquiles. Tal vez esos vacíos explican que la página del movimiento esté subiéndose y bajándose de la red como si aquello fuera una montaña rusa. Tampoco, para ser sincero, me identifico con la problemática que allá estarán viviendo. Y ni falta hace, aquí tenemos la propia en región 4.

Pero lo ví en la tele y aquello parecía una fiesta. Visité la página y me encantó la originalidad, la idea, la campaña que se arma. Yo quiero una de las camisas.