miércoles, 21 de enero de 2009

(su servidor) en antología

Pues que me voy enterando que unos escritos de hace como cinco o seis años, publicados en la Revista "Historias de Entretén y Miento" del Gobierno de Coahuila por ese entonces fueron seleccionados para la antología de 20 años de la publicación.....

Aquí alguno de esos textos....

DESCUEBRIENDOME CREYENTE

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ahora es cuando, en la oscuridad de mi soledad y lejos de ti, rezo inconscientemente pidiendo a Dios que te cuide ahora que no te puedo ver. Así me descubro creyente.
Eres importante. Jamás recé por nada ni nadie. Ni por mi mismo.


COMUNICÁNDONOS

Otra vez el silencio. Después de algunas palabras bien intencionadas, una serie de frases agradables y sonrisas de felicidad, callamos nuevamente.
Se interrumpe nuestra conversación por no tener un pasado, amigos ni anécdotas comunes de hechos lejanos. Solo somos dos personas con pasados distintos imposibles de recordar en un solo momento, que se vierten a cuentagotas entre alguna caricia, una mirada.
Solo tenemos un presente en el que guardamos silencio. En este silencio, te observo. Intento aprenderme las líneas de tu cara y tus gestos al platicar para guardarlos siempre conmigo.
Después de algunos segundo, nace otro tema y se rompe el silencio. Después, descubro una nueva oportunidad para repasar tu perfil e impregnarme de tu imagen que me acompañará en tu ausencia.
Siempre pensé que la palabra era necesaria en la comunicación de ideas. Se me olvidaron los sentimiento que se comunican en silencio.


SIMULACIÓN

No recuerdo haber escuchado que el beso pueda doler o la caricia ofender.
Los enamorados, poetas naturales, acompañan con perfume y campanas al beso. Al usar la palabra caricia, la acompañan de sol y arcoiris. Se les olvida que el beso en ocasiones hiere y la caricia casi mata.
¿Cuándo ocurre esto? Cuando se besa y acaricia atendiendo a los ojos de extraños que aprueban por costumbre una relación de pareja. Cuando se dice amar para no provocar el enfado de familiares. Cuando simulo que lo nuestro aun existe.
¿Te imaginas lo que sentí cuando, al sostener tu mano, estaba vacía? ¿Llegarás a saber, alguna vez, que te comparé con alguien a quien apenas si conozco y perdiste?
Y perdiste.