No hay mejor título que ese: el primero del año. Y es que no es más que eso, el primero. Si quisiera hacer algún énfasis diría que es el que viene después de un par de semanas de silencio casi total, una de esas ocasiones en las que se decide apagar el celular y mantener cerrada la lap. Cosas, solo eso, crisis de los treinta, creo.
Comparto al selecto grupo de lectores el siguiente pensamiento que me acompañó a lo largo del maratón Lupe-Reyes: para cuando me di cuenta de que uno de los escritos más demandantes no era tan bueno como pudo (y debió) ser, era demasiado tarde: ya lo habían aplaudido.
Prometo intentar escribir mejor siempre.
Del fondo del corazón, a todos ustedes, lo mejor de la vida para este 2009... en serio.