viernes, 7 de noviembre de 2008

tenedor con historia

De esos días en que una decisión fue tomada: ese tenedor, en particular, tendría una historia.

Al cuarto para las doce, salió en bocho con rumbo a la Saltillo-Monterrey. Llegó hasta El Sesteo de las Aves y se estacionó fuera del Restaurante García. Esperó, pero nada.

Avanzó algunos kilómetros más, usó retornos y esperó en algunos otros lugares, con el motor apagado, haciendo de vez en cuando algún cambio de luces esperando respuesta. Todo esto hasta que sucedió.

Tal y como sucede siempre que el rito se sigue (motor apagado, cambio de luces), algo aparece de la nada dispuesta (¿dispuesto?) a hacerlo todo. ¿El precio? El equivalente a una hamburguesa con queso en el McDonald´s.

El servicio se acordó (era una dispuesta, por la voz), se subió al bocho y anduvieron por la carretera otros kilómetros. Rumbo a Higueras, bajó la velocidad y se salió, con dirección a las vías de tren, por el camino de grava.

Aparece, ji, el tenedor en escena. Tan pronto apagó luces y motor, lo agarró de muy cerca del freno de mano y, dientes hacia el objetivo, soltó un golpe con toda la fuerza que tuvo.

En ese lugar la única luz que existe viene de la luna… y, ahora que lo pienso, esa luz en verdad no es de la luna. En fin, ver en esas circunstancias no es sencillo. Así, lo único por hacer es imaginar.

No logró, en ese primer golpe, clavar el tenedor (Excalibur no encontró su piedra).Y fue frustrante.

Lo más que pudo hacer, según cree, fue separarle algo de piel del cráneo: al final del golpe, junto al grito de la musa, su puño se encontró con la cálida sensación de la sangre nueva, la que recién brota. Además, el tenedor se enredó en los duros pelos de la compañía. Ergo, como dirían los que leen, ese tenedor entró en algún lugar resbaloso entre las cejas y el inicio del peinado.

A patadas la sacó del carro y a patadas la molió entre la maleza, la tierra y la grava. Cuando ya se movía poco, destrabó el tenedor de esos pelos con olor a coco y le vació ambos ojos.

El frío de madrigada, a las cuatro, a cualquiera le provoca ganas de orinar. Él lo hizo sobre las cuencas. ¿Y eso del ADN? Bah: encontrar a cualquiera a través de un pelo en la alfombra sucede en CSI y otras series, no en la carretera. Ahí puede escribirle el nombre y la dirección de uno, y jamás alguien tocará a tu puerta. Subió después al auto.

Ya en su casa, usó una de las páginas del periódico de ese día para arropar al tenedor que guardó en el refri. Entonces, escribió en su blog