domingo, 16 de agosto de 2009

Afortunado

Debiera sentirme afortunado por amar tanto; es sólo, Dios, que tanto amor, hubiera querido, fuese para una sola mujer.

Así es, supongo, la condición humana: la eterna insatisfacción. Cuántos murieron sin poder amar; cuántos los harán creyendo, tan solo creyendo, haberlo hecho. Ellas y ellos son, todos, unos desgraciados apartados de tu bondadosa mirada.

Yo moriré con el corazón latiendo: comunicándose, buscando sintonía. Y, por todo esto, gracias. Es solo que, como te digo, me hubiese gustado que la primera que encontré fuese la última; que en mis noches no hubiese la desesperación al imaginarme que la respiración que mañana escucharé a un lado será diferente y la cara que ilumine el sol tendrá siempre otros rasgos.

Cargar lápidas de relaciones muertas es extenuante. Dentro de cada sepulcro hay un ser amado a quien se le recuerda con gratitud. Y si un día me encuentro con mi muerta caminando por la calle tomada por la mano, el peso agobia más.  Y si un día encuentro su gesto en cara de alguien más, el peso agobia más. Y si un día escucho su nombre, el peso agobia más.

Debiera sentirme afortunado por amar tanto pero no lo siento; perdóname Señor es sólo que tanto amor, hubiera querido, fuese para una sola mujer.