Las debilidades de la carne suelen ser, contigo, mi fortaleza.
Llegas cualquier tarde a un café cualquiera. Llevas el cabello recogido y la blusa a media espalda: orgullosa, y sin palabra alguna, sometes a consideración de los presentes la larga línea que comienza en tu cuello y baja todo lo que puede.
Las constelaciones de pecas y lunares son tímidas en tu piel y no forman ruta alguna: Tu espalda no es mapa; es una hoja en blanco donde alguien tendrá que escribir una historia.
Y, hablando de historias, me cuentas de todas las que te han escrito. Por tu piel se han intentado todos los sabores: chocolate, crema, rosas. Tus inspirados pretenden sugerirte sensaciones. En el papel, de todo ponen; en la vida, apenas y si atreven a verte.
En tu blanca espalda escribiré. No sé, aun, cuál será la historia. Dominante, como eres, imaginó será muy parecida a la que quieras, como la quieras y cuando la quieras.
Y, ¿sabes? no importa: tu sólo déjame escribir.