Corriente como ella sola, por tantos colores en el pelo, la llamamos Capirotada. De cariño, Capi. Por cosas de niños, Daniela (ya casi de 3 años), le decía Paca. En fin, se nos perdió nuestra gata.
Ahora que lo pienso, en la mañana (como a eso de las 5, cuando comienzo a escribir) no me llamó para que le abriera la puerta. Haciendo memoria con mi esposa, ayer por la noche ya no la vimos.
Lo entiendo: es (era?) solo un animal. Pero llevaba con nosotros casi cuatro años. Duele pensar que no volverá, que murió envenenada o atropellada. Como cuando se quiere a una persona, lo único que queda es desear no haya sufrido. ¿Y todo esto por un inche animal? Pues si: era nuestra gata, Capirotada, Capi, Paca.
Si esto fuese un obvituario no quedaría más que decir: le sobreviven su hermana Turbante y su vecina Canela, la perra que come croquetas de gato.
Es triste.