¿Quién no se sabe el mini-cuento de mamá cuerva? Pues ayer, durante el "open-house" de la guardería de mi hija, me lo repetí unas mil veces.
Por cierto, eso del "open-house" no es más que una especie de examen público (así le decían cuando estaba yo en primaria) que se aprovecha del anglisismo para justificar -me imagino- que la guardería se promueva como bilingüe (y como centro acelerado de enseñanza de computación, artes marciales y física cuántica, todo con el método x-y-z del doctor chunga). En fin.
Pues ahí estábamos 8 papás (papás-cuervo, para el caso). Escuchando a una adolescente que se autodenominó "licenciada-miss-flor", ja. Fuimos testigos de cómo nuestras niñas y niños -de 3 años, promedio- conocían las partes del cuerpo, las figuras y los colores -estos últimos, lo juro, en español e inglés.
Se ha sabido siempre que las mujeres se desarrollan física y mentalmente más rápido que los hombres (velocidad, por cierto, no significa calidad -perdón por el comentario sexista). Pues bien, debo recordarle al ilustre que mi interés en la guardería es una niña... tonces, sobra decirlo, le atinó -supo, pues- todo sobre el codo, hombro, baceza y pestañas y el blu, el red y el llelouu. En justicia debo decir que las demás niñas también tuvieron desempeño sobresaliente.
¿Y los niños? Neeeeeee, no superaron el estar urgándose la nariz, sentados y sin decir esta boca es mía. Uno de ellos se la pasó pegado a la pierna del papá.
Cuando por la tarde le platiqué a mi esposa sobre lo bien que a nuestra Dany le había ido en su open-house, me pregunté qué estaría comentando el papá del niño en la pierna, o los papás de los niños pica-narices.... Imagino que, ya en casa, en la historia a todos les fue bien. La historia de mamá-cuervo, para el caso papá cuervo, pues.