Una buena amiga y compañera del trabajo se me acerca y me dice que tiene que hablar conmigo. Yo le respondo que ando con algo de prisa, que si puede ser en otra ocasión. Me responde que sí, pero luego veo algo en sus ojos que me hace pensarlo.
"Acompáñame al estacionamiento y vamos platicando en el camino"
"Verás, es que me acaban de decir que a partir de mañana ya no voy a trabajar aquí"
Un abrazo, unas palabras de aliento. Escuchar su discurso que probablemente ya ha repetido hasta la saciedad entre todos con los que se ha venido a despedir. Sentirme sin palabras. Pensar en lo que está pasando con mi país que despidan a una mujer tan capaz y preparada. Su pecado ser joven "tú no vas a tener ningún problema para encontrar otro trabajo", le dijo su jefe mientras le explicaba la situación. Una empresa consultora ha recomendado a la institución recortar algunos puestos de planta para ser más eficiente y poder sortear con mejor situación la crisis.
Me subo a mi carro y me quedo pensando en blanco. Un número más a la cifra del desempleo. Esta vez dolió mucho, estuvo muy cerca de mi espacio de vida.