lunes, 15 de junio de 2009

Quince arañas

La tradición, según he leído en alguna referencia olvidada, viene de lejos. De la época medieval para ser más exacto. Economía de subsistencia, la mano de obra y la dote cuentan, por eso apenas maduran las niñas son “presentadas” en sociedad. Sí, literalmente presentadas para que las vean, para que las elijan y así poder forjar la mejor alianza posible, la que más dividendos económicos podría dejar. La moneda de cambio: la virginidad.
Hoy el fenómeno empieza, los más previsores así lo hacen, un año o más antes; los más, pos hay como vaya saliendo. Incluye todo lo tradicional, aunque la seudo modernidad ha agregado algunas cosas: multimedia, paseo en limohummer o trucos baratos de backstage durante el festejo.
He visto de todo, estoy en un observatorio privilegiado: desde quincearañas con vestido de los tigres o de los rayados hasta disfraces de cenicienta o tipo tinker bell. Aunque la verdad, disfruto más los preparatorios, particularmente la filmación del video que se verá una vez y luego se lo tragará el sofá de la sala para reaparecer 10 años después cuando esté listo pal basurero o pal boiler de leña. Normalmente está protagonizado por una paris hilton con piel de bronce y un platinado más falso y artificial que un candidato que diga la verdad, la producción del video y su grabación se encarga a sujetos libidinosos cuya baba escurre por la lente y marchita el pasto del glorioso Parque Fundidora, ni la tía o los tíos en labores de chaperon pueden impedir que el tipo pida contoneos con música silenciosa de fondo, el cuasi desfile de camisetas mojadas cuando corren bajo las fuentes frente a la cineteca o la revolcada seriadas de la quincearaña y sus corifeas en cualquier cuestabajo, una y otra vez hasta que el tipo se harta de los huesitos rodando cuesta abajo. En ocasiones vienen acompañadas de sus “damas”, ella con blusa de un color y el resto de otro, todas con su chuntaro chambelán; estos principes azules suelen ser tejas, bluson a la corva, pantalones al tobillo con una manga en donde pueden vivir dos o tres de ellos y una minimoja rematando el rape. Fauna singular.
Luego, el día de la celebración seguro empieza con las infames corretizas - la estilista, el que va amatar al marrano, los tenis de plataforma o la pluma pa firmar el album, cualquier pretexto es bueno - que convierten cualquier celebración en un suplicio, llantos, lagrimas, mocos y melcocha….hay mi´jita ya cumplio quince…al rato se nos va. Los momentos culminantes incluyen paseo en la limohummer, con los chambelanes atrás - como perros de rico - muchos gritos, muchas risas, muchas bromas, tantas que cuando llegan a la cena ya están agotados, afónicos, con una que otra quemada de cigarro en el vestido o media coca en la camisa. Ahí se registran los momentos más sublimes y estúpidos: youtube en su máxima expresión. La quincearaña voladora que sale disparada y rueda debajo de las sillas, o la fakir que se incendia después de llevar seis o doce copas encendidas (¿Para que las quiere?) o la imberbe que quiere aparecer rompiendo el biombo iluminado, pero oh traición, el maldito biombo se cae antes de que ella pueda atravesar. En todo caso, después de lagrimas y risas, cuatro cosas rematan toda seudofiesta de este tipo: i) la deuda de 200 o 300 mil pesos; ii) la discriminación alimentaria que condena a los amigos de la festejada a cenar comida de piñata (marinitas o chilidog); iii) Otros como yo, a pesar del cordon blue, diremos "de cenar hubieran dado"; y iv) por supuesto la carroza devenida en calabaza con toy prietita adentro y su bodeville de pacotilla.