miércoles, 10 de junio de 2009

Rumbo a Harvard: hace un año (parte 1)

Carlos y Sara repiten; también Tello, pero ahora con camiseta de otro color. A Pilar por fin se le hizo: van a la Kennedy. Comienza la cuenta hacia atrás, están por subirse al avión.

Y Sara, todo corazón ella, me dijo "oye, por qué no comentas del viaje de hace un año". Y que digo, "por qué no". Va pues, no una crónica, sino una serie de estampas, impresiones de esas semanas que anduvimos por allá.

Despues de un semestre como compañero, no fue sino hasta nuestro viaje a Boston y las caminatas a orillas del Charles que Eugenio y quien tiene la ocurrencia de escribir esto se reconocieron familia: horas antes de subirnos al avión nos encontramos imprimiendo materias en un Office Max, el de Valle Oriente. Y, ahí, además de cruzar saludos, intercambiamos inquietudes sobre el viaje: uta ¿habrá quien repruebe el curso? Hoy es fecha que agradezco su amistad. Y nunca se lo he preguntado pero: ¿qué se siente, primo, el no estar en la foto? Tienes otras fotos, buenas todas: ¿qué me dices del toro del wall street, NY? Pero esa es otra historia.

Con Carlos, asesor político de cabecera, ya platicaba y hasta en algún curso estuvimos juntos. Pero nada se compara a aquellas jornadas interminables de trabajo intentando adivinar el futuro energético de México. Y cuando los del equipo habíamos terminados, recuerdo, le enseñé nuestro producto -uta, qué digo le enseñé, le presumí-. Y me dijo, sabio -como siempre- y despejado por su inperdonable café matutino: está bonito, pero nunca en mi vida he visto algo profesional que se parezca a eso. Neeeeeeeee, cuánta razón tuviste don Carlos: la repasada criminal que nos dieron al final donde no metimos las hands ni por error así lo confirma.

Andrés. ¿Era el 709 el número de cuarto que, al caer la noche, se convertía en cueva de vikingos, fogata de africanos, perol de brujos? Al igual que yo le darás la razón a Carlos: aún hoy, a un año, no me repongo de la arrastrada que aquél asesor de Dick Cheney nos dio en un perfecto inglés y un trato frío militar. Y si no grité yo so sorry al ver que el trabajo de horas sin dormir no estuvo a la altura fue porque temía equivocarme al hilvanar esas dos palabras.

Carlos y Andrés son buenos amigos. Claro que debieran decirlo ellos, pero estoy seguro de no equivocarme al decirlo. Y recuerdo la primera pregunta de Andrés, confianzudo como es, a Carlos: ¿cómo estuvo la exploración durante la detención? Y es que, hay que recordarlo, Carlos fue secuestrado por migración en Atlanta por consideralo el capi di tutti di capi.

¿Y quién se acuerda del doble de José José?..... Total que los chicos se divirtieron en Harvard.

Hasta aquí por hoy... esta historia continuará