La semana pasada una pequeña recién nacida desapareció del hospital dónde nació, en algún descuido una persona la tomó y simplemente se la llevó, sin que hasta hoy se sepa nada de la persona que cometió semejante barbaridad. Como es lógico el suceso generó una simpatía generalizada – solo quienes no tienen madre podrían no compartirlo - por la familia de la pequeña, indignación y rechazo y toneladas de información. Este último rubro, el de la información evolucionó de la nota periodística inicial a un verdadero show que va de la melcocha espesa, pasa por los veinte mil trescientos cuarenta y ocho seudo ángulos de un mismo suceso y termina con los diagnósticos de “presentacomadronaobstreta” televisiva, para muestra el siguiente botón. El domingo por la mañana se anunciaba que la madre de la bebe sería dada de alta, nota que remató con el comentario de la comentadora (que más o menos iba así): ¿Usted que opina? No le parece que es muy pronto para dar de alta a la señora, podría caer en depresión.
Como diría María Julia La Fuente: - Oiga usted, que avanzada está la ciencia, ahora ya las presentadoras pueden dar diagnósticos y recomendaciones gineco-obstetricos….como la ve.