Creo que fue una broma de Mayolo López que presentó en Reforma el pasado martes una nota sobre la generación de una identificación biométrica para todos los mexicanos, o habrá sido una broma de la persona que le preparó el discurso a Calderón, o habrá sido algo de los dos, qué sé yo. De acuerdo a la definición de la Real Academia Española, la biometría es la ciencia que estudia mecanismos automáticos para el reconocimiento de partes del cuerpo humano, lo más cercano a nosotros tendría que ver con la huella digital que imprimimos en la parte trasera de nuestra credencial de elector.
Vamos, el punto es que la identificación biométrica ya existe, o simplemente no supieron explicar lo que están por lanzar. En estos últimos días el presidente se ha visto involucrado en el lanzamiento de varios proyectos interesantes y que pueden significar una diferencia para el estilo de vida de los mexicanos, que podemos conectar con la refinería que ya está a días de anunciarse, y con el proyecto de reciclaje de carros. En este caso, el lanzamiento de una identificación de este tipo obedece a una exigencia que involucraba un asunto ético y legal por demás confuso. Nuestra única forma de identificarnos tenía que ver con nuestra posibilidad de salir al extranjero (pasaporte), cumplir con un ejercicio militar de un año (cartilla), o tener la intención de sufragar (credencial de elector). Un mexicano entonces no tenía forma de demostrarse mexicano a menos que quisiera hacer. La identificación se asociaba con el hacer y no con el ser.
Tendremos que hacer un cálculo sobre el costo que implicará un ejercicio de este tamaño, y quién será la dependencia encargada de expedirlo (¿La Secretaría de Salud, podría asumir?), sin olvidar el necesario crecimiento en gasto y en nómina para implementar un ejercicio del tamaño de 104 millones de habitantes (porque ahora no serán únicamente los mayores de edad), o los gastos en seguridad para impedir que sea vulnerada. Sin embargo los beneficios de finalmente podernos llamar mexicanos independientemente de ser o no ciudadanos es algo que teníamos que haber hecho hace mucho. Tiene que ver con un derecho humano a existir más allá de que tengamos o no la intención de agregarnos a alguna actividad. Nuestra única alternativa en realidad hubiera sido andar por la vida con un acta de nacimiento dobladita y metida en el pantalón.
Tendremos por nuestra parte que resolver el problema en la cartera. Con las tres tarjetas de crédito al límite sin olvidar la de nómina, la credencial de elector, la tarjeta de puntos de Soriana, la licencia y la credencial del trabajo, el espacio va siendo cada vez menos. Lo bueno que los billetes en estos días no exigen muchos de sus derechos.