¿Quieres saber en qué lugar de la lista de los hombres y mujeres más ricos del mundo te encuentras? Probablemente no es el mejor momento para probar suerte considerando la inflación, el desempleo y la crisis económica en general. Pero para los curiosos, hay una página con la respuesta.
Global Rich List (http://www.globalrichlist.com/) funciona de manera muy simple. Uno elige la divisa con la que quiere hacer el cálculo y pone la suma de dólares/euros/libres, etc. que gana al año (tan fácil como multiplicar el sueldo neto mensual por doce). Se presiona un botón y listo, aparecerá como retroalimentación su posición mundial, así como dentro de qué decil de la población se encuentra posicionado. Sorprendente es descubrir no la alarmante posición en la que uno se puede encontrar (para poner un ejemplo, el resultado a mí me arrojó que me encuentro en la posición 260, seguida de siete ceros), sino que independientemente de lo pobre que uno se puede sentir por lo poco que cada quincena puede comprar o pagar, a pesar de eso no es complicado encontrarse dentro del 7% más rico del mundo simplemente por algunas suposiciones de las personas que leerán este aburrido escrito: usted tiene una computadora, tiene acceso a Internet y seguramente vive en una ciudad del noreste mexicano que, nos guste o no, se encuentra dentro de las zonas más acomodadas del país.
Sirva esto para levantarnos el ánimo (aunque no podamos pagar nuestro recibo de gas sin dejar de comer carne dos semanas, somos de los más ricos del mundo). O sirva para descubrir que el tiempo libre puede hacer con nosotros estragos.
Por cierto, el gobierno federal inaugura el programa de reciclaje de autos, uno de los más ambiciosos de su administración. La promesa es renovar el parque vehicular e incentivar la industria automotriz, al menos la del segmento más económico. Aunque haya de antemano detractores diciendo que será otro programa más sin éxito, tiene buenos elementos para pensar que puede tener un impacto significativo. Por lo pronto podremos deshacernos de ese viejo carro que nada más encenderlo se consume veinte pesos de gasolina, y con algo de suerte entrarle a un Chevy que para estos días ya se ve un poco más de lujo que hace un par de años (y no necesariamente por su espantoso cambio de diseño).