Dos años para una segunda maestría. Ya está, ahora soy el master…co.
En el corolario una reflexión borgiana: como el saber puede producir basura, bueno dejémoslo en mediocridad. El Aleph de Borges es un portento en manos de un imbécil, todo lo ve y todo lo sabe, pero para lo único que sirve es para producir un largísimo y tedioso poema o ¿Sería mejor describirlo como un diario de viaje escrito en versos pueblerinos con aires de grandeza? No lo se, lo que sea se queda lejos de lo que podría ser. Bueno, pero todos tenemos un pequeño aleph personal, tan pequeño y limitado como cada quien lo quiera y si te das cuenta de eso empiezas a entender al imbécil de los poemas kilometricosilabicos: ¿Qué debes hacer con lo que ves y con lo que sabes, poco o mucho, que haces con eso? No lo se. No se que se hace con un pequeño aleph. Termino con tres cosas que si se: i) El pobre imbécil creía que la maldición era bendición. ii) Lo compadezco. iii) Ante tanta incertidumbre lo único sensato parece ser reconocer que tu pequeño y limitado aleph es eso, tan pequeño que solo es tuyo y que a nadie le interesa, compártelo pero sin muchas expectativas.