viernes, 29 de mayo de 2009

El poder de la ignorancia y la gripa del marrano

Somos victimas de la ignorancia, nos enferma, nos postra, nos cuesta, nos hace medio imbéciles, pero sobre todo nos permite hacer cosas que en sano juicio no haríamos o de perdis nos descarga de culpas para hacer lo que queremos.
Ya se que no es ninguna novedad, solo que viene a cuento por que acabo de regresar de Lima y quiero contar dos incidentes paralelos: uno al entrar y otro al salir. Llegué a la hora más temprana del día, poco después de las 12 de la noche y estuve a punto de hacerme llevar a la cárcel por que no quería bajar del avión, como bajar si el desembarco era directo a un quirófano……, al menos eso pensé. Tres alienígenas descendientes de Tupac Amaru, con ropa quirúrgica de pies a cabeza me esperaban a la salida del avión. Ya me veía hablando por celular con Loret, con el taliban de Ferriz o de perdis con Maria Julia La Puente, que oso ya me la imagino diciendo por celular: Oiga usted y ¿Cómo lo trataron, es cierto que lo tienen en un campo de concentración junto con un grupo de leprosos y homosexuales? ¿Es cierto que le querían tomar muestras de las amígdalas con un hispo montado en una pluma? Pocos días después, al viaje de regreso en el mismo aeropuerto pero más noche – o más temprano, como se quiera ver -, me topé con un grupo de imitadores de los perversos ejecutivos de Wall Street que nos tienen en la chilla, embarcándose rumbo a México para gozar del turismo derivado de sus exitosos porcentajes de ventas de seguros, acciones o lo que sea: todos con un coqueto kit anti swine flu. Ja, ja, ja, ja, ja.
En el primer incidente el gobierno peruano – o de cualquier país – usa la ignorancia para asustar con el petate del muerto y proteger su reputación diciendo: los médicos de nuestro gray´s anatomy han hecho heroica guardia y nos protegen de la gripa del marrano. El otro es mas risible, después de media noche de volar y tirar baba medio dormidos en la reducida cabina de un avión, el maravilloso kit anti swine flu permitirá gozar de las delicias de México capital o el semi abandonado Can Cun con la conciencia tranquila.