El manco, ése que presume sus guantes de box, me invitó un café. El alcohol, dice, le ha comido las entrañas y ahora su fortuna se limita a poder comer un plato de fruta con yogurt de vez en cuando. Yo, sólo por costumbre, pedí una Joya de Manzana… ya, luego, un café.
-Hace años –dijo el manco-, conocí a una mujercita que se decía libre en todos los aspectos; estaba de moda aquello de la liberación de la hembra. Tan libre decía ser que procuraba no atarse con lazos sentimentales. Así, el sexo en su vida fue o una necesidad o una manera de socializar.
Le di un trago a la Joya de Manzana; luego le puse hielo al café pues lo tomo frío. “Pues se ha de haber divertido bastante, ¿no?”.
-¿Diversión? Claro que no. Tarde se dio cuenta que aquellas personas que no quieren atarse a una relación queriendo ser libres, quedan atrapadas en la jaula de la oportunidad de los otros.
El manco siguió hablando. El alcohol le ha devorado las entrañas y la vida, el corazón. En toda la noche sólo agua tomó.
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