viernes, 25 de septiembre de 2009

Melate

Praga, 16 de septiembre de 2009. Ayer, después de 2 meses de espera se confirmó, la oficina de sorteos pagará a los 13 que atinaron a la serie de números del Melate de la segunda semana de julio. El juez y la comisión nombrada ex profeso dictaminaron que fue el azar, que la serie de número ganadores(13, 7, 53, 1, 60 y 42) salio dos semanas consecutivas sin intervención humana de ningún tipo y que por lo tanto, los ganadores del segundo sorteó se llevarán la bolsa acumulada (5 millones de euros) desde el sorteo anterior. Pragpress.

Yacen rodeados de gente, inmóviles y en silencio, en absoluta quietud. Ensimismados, como mirando hacia adentro, no se percatan del entrar y salir de la gente, tampoco del susurro que por momentos se convierte en franco parloteo o en grito desgarrador – ayyyyyyyyyy, ayyyyyyy, ayyyy, ayyy, ayy, ay – que se apaga, se apaga, se apaga hasta diluirse en un sorbo de pena. Las similitudes son sorprendentes, ambos tienen puesto un traje oscuro y son mas o menos de la misma altura, huelen igual y su peinado es el mismo; vamos hasta su postura, coreografiada o no, parece destinada a producir la sensación del dejavu que no termina, que se duplica, se reproduce y al mismo tiempo se congela en el tiempo, como si vieras sucederse la misma imagen, el mismo tiempo, diorama de rostros, de cuerpos vestidos de negro.
Las personas que los rodean se confunden, los recién llegados saludan a todos por igual, como si su parecido fundiera sus familias o como si transmutados en facebook, establecieran links entre los presentes, constituyéndolos en red – presencial, no virtual – dinámica, amorfa, cambiante.
Ambos se irán a la misma hora, con su grupo, cada quien por su lado, pero el destino es el mismo. Los dos tienen su dead line en el mismo lugar, apenas separados por algunos metros, compartirán los discursos, acaso beberán de la misma agua y con el tiempo alimentarán a quienes crecerán a su alrededor.
Llega el dead line y con el la magia se rompe, las ligas se estiran, se diluyen y se convierten en recuerdos vagos, coincidencias de lugar y tiempo. El parecido desaparece, solo queda el esencial, el que los hermanó, pero que al mismo tiempo los separó para siempre. Ambos, por azar, se ahorcaron el mismo día, en la misma ciudad, de la misma manera y esperan para ser enterrados en el mismo lugar.