martes, 22 de septiembre de 2009

Estación Balderas

En nombre de Dios se hacen diabluras.

Conocía la noticia pero hasta ayer vi el video en YouTube. Por momentos, he buscado algo más sobre lo que sucedió. Encuentro, en el foro de El Universal, por ejemplo, mensajes como este: “No traía cámara y mi cel, chale, no traía batería: para la próxima ocasión carnal, es más si quieres le digo a mi vecino que se invente algún show de este tipo y te envío las fotos, cuanto me vas a pagar?”.

¿Y si digo que ha quedado demostrado, una vez mas, que el peor loco puede ser el cuate a un lado tuyo? Y es que puedes ir muy campante al cine, caminar por la calle, cenar un restaurante y, sin decir agua va, el chango (o changa, aquí no hay diferencias de género) se le pone que el mundo es injusto y tira plomazos.

Y si lo digo ¿no estaría cediendo a la paranoia que acompaña este tipo de eventos? Y si cedo ¿qué?

Esteban Cervantes Barrera fue quien se llevó la tarde (y la vida). Pudo hacer lo que todos los demás: buscar ponerse a salvo. Decidió (¿decidió?) hacerle frente al cabrón del cañón. Mientras estaba manoteando contra el Asesino del Balderas algunos otros, sin voltear a ver, se pasan de largo como si no pasara nada; cuando Cervantes dejaba de ser el abuelo de sus nietos para volverse el segundo cadáver de Balderas, otros pasaron sin ver. Todo está ahí, en el video.

¿Héroe? ¿Y cómo para qué?; ¿Héroe? ¿Y por qué no? A fin de cuentas, parece ser –otra vez- la historia de tipos ordinarios en situaciones extraordinarias.

--- en twitter: victorspena