Ayer fue un día espiritual; y vamos que todos los días, siento, así son. Pero ayer, en especial, alguna señal quiso ser entendida: espero, pronto, "me caiga el veinte".
El dos veces maestro se puso serio y nos entregó más de lo que me hubiese imaginado hace dos años que lo conocí y de lo que platicábamos era el clima y el trabajo: la biografía de su padre, persona que por amor ha servido a causas religiosas. La biografía fue, nos lo comento el dos veces maestro, un regalo por el 50 aniversario de servicio pastoral.
Por estas cosas del Facebook me encuentro una vieja amistad, de esas que no envejecen. "¿y qué tanto te cambió el tiempo?", le pregunté. Me dijo en esencia era la misma persona, pero ahora estaba alejada de la religión.
Por la noche, cenando en Sanborns de Plaza Valle San Agustín dos comensales hablaron sobre religión y, al menos uno de ellos, se definió como practicante con algún pacto de conveniencia con el supremo. Algo así.
Tres personas, tres momentos, tres mensajes.
Siempre he envidiado aquellas mujeres y hombres que parecen nunca perder la fe: siento que todo es más sencillo para ellos. Así se lo dije a una persona hace tiempo y me dijo "cada paso es una prueba; quien parece siempre tener fe no la tiene facil... de hecho, puede ser el camino más dificil de todos".
Intento siempre tener fe y actuar en consecuencia. Y, cuando pareciera voy en una montaña rusa pienso: en las crestas, estoy más cerca; en los valles, más lo necesito.